22 Octubre 2016

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Lunes, 20 de Enero de 2014 00:33

INSEGURIDAD. CAMBIO DE HABITOS.

por  Fernando Mariño

Podría ser la escena que nos contaba aquel amigo que había viajado al extranjero hace algún tiempo, experiencias que nos parecían lejanas, hábitos que son hoy parte de la realidad en las principales ciudades del país, costumbres que pronto serán normales en cualquier pueblo del interior.

Pero, ¿Por qué hablar de esto en una columna de tecnología? Es que cuando las calles se vuelven inseguras, nos refugiamos en las redes informáticas.

Primero los comerciantes colocaron rejas, luego levantaron muros de ladrillo donde había grandes vidrieras. Pesadas persianas de metal para esconder lo que en verdad se necesita mostrar, la mercadería. Pero hoy, incluso todo eso, resulta insuficiente.

Los productos se muestran en páginas web,  los comercios se reúnen en sitios especializados que brindan una completa plataforma para exhibir los productos, informar el precio y características, incluso efectuar el pago para luego recibir el artículo en el domicilio del comprador o bien, si lo desea pasar a retirarlo.


El comercio, es un tinglado, o una oficina en un edificio, siempre la puerta cerrada, un guardia que escanea con la mirada, pide número de documento y toma una fotografía, o cámaras que lo hacen todo el tiempo. Los más organizados, entregan una tarjeta magnética que permite sortear los obstáculos, acceder al ascensor o abrir una puerta. Finalmente luego de atravesar la última de ellas, normalmente de rejas, estamos en el mostrador, y sobre él, vidrio, blindado por supuesto, detrás el vendedor que nos habla por un micrófono y lo escuchamos por el parlante, una ranura para recibir el dinero o la tarjeta y luego, otra ventana que se abre, del tamaño justo para que nos entreguen el paquete; nos retiramos, depositamos la tarjeta magnética y al hacerlo se abre la puerta que nos lleva a la calle.
 
Ahora solo resta volver a ingresar al sitio de compras para calificar al vendedor, informar que todo fue correcto y que resulta confiable, el sistema automáticamente contabiliza ese dato y así otras personas sabrán que pueden confiar en ese vendedor, y éste, hará lo mismo con sus compradores.


Las estaciones de servicio no manejan efectivo después de las nueve, sólo plástico. Los negocios del centro cierran a las siete de la tarde, un par de horas después todo es oscuro y nadie más camina. A las diez, se sale sólo en auto y se circula por las avenidas principales para llegar el Auto Mac o el Shopping, allí están todos.

Previamente vimos la cartelera de los cines por internet, accedimos a los avances para elegir la película que nos satisface y compramos las entradas con la tarjeta a través del sitio. Una vez en el cine, accedemos a las terminales automáticas para imprimir el ticket que hemos abonado por la web, y nos disponemos a disfrutar.

Ya de regreso, lo haremos por la misma avenida, respetando la velocidad de sincronización que informan los carteles electrónicos y así encontrar los semáforos siempre en verde para no tener que parar.

Bienvenidos al futuro...

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